La Banderita

Comentarios borrachos en La Banderita

12-04-23

pronta entrega aún falta corregir algunas cosas, el texto está tan jodido como el autor y el Perú

Desde la ventana del bus miraba la ruta de la panamericana sur, era muy calurosa y ruidosa. Intentaba relajarme, pero no podía, los constantes frenados en seco y el bullicio de los ambulantes vendiendo marcianos o gelatinas heladas, solo Dios lo podía evitar. Mientras avanzaba el bus vi una curiosa portada de un periodico: “La dictadura está en marcha”; y en letras pequeñas, “el Perú cada día se jode más”. Tal vez soy tan peruano que soy el mismo Perú, tal vez yo también me estaba jodiendo. Un freno en seco del conductor me distrajo, puse mis brazos al frente de mi rostro para evitar chocarme con el asiento de adelante y mis piernas las doble un poco. -Carajo, lleva personas, no papas-gritó una señora. “El Perú jodido”: pensé. “Nando jodido”; “Jaime jodido”; ”El Cholo jodido” ; “todos jodidos”. Bueno, la verdad es que el Cholo ya no estaba “tan jodido”. Un sábado saliendo de la academia, me encontraba recostado en una reja mientras miraba el cielo y esperaba a mis compañeros, me puse de brazos cruzados y empecé a matar el tiempo contando las nubes. -Oiga joven-escuche la voz de una mujer. Baje la mirada, era una señora de baja estatura, gordita y el cabello negro, como su vestimenta, de negro, lo tasiturno y lo triste se habian impregnado en su mirada. -¿Si?- respondí. -¿Usted conocerá a Diego Goñas?-. -Claro que sí, lo conozco muy bien- dije sonriente. -¿Dónde lo podré ver?. -Justo ahora, soy yo- Esperaba una sonrisa espontánea para relajar la conversación, pero no, la señora siguió con esa trabajada melancolía en su vago rostro. -Ahh mire, usted recordará a Federico Astocondor, me dijo que eran muy buenos amigos, yo soy la mamá de Federiquito-. Ahh mierda, me acabo de acordar, hoy no vino ese huevon de Federico, seguro se fue a chupar o al parque con esa negrita, putamadre, ahora que le digo a su vieja, no le quiero decir que en verdad Federico se fue a vagar y falto hoy. -Ahhh claro, somos muy buenos amigos, pero ahora que lo recuerdo, hoy no lo he visto-. -Si, si, hoy no pudo venir mi Federico-. -¿Qué le pasó a Fede? Si quiere le puedo mandar fotos de la clase de hoy-. -No, no, no es necesario-. -¿Ya no va a venir?- Por la confianza que tenia con el Cholo, sabia que estaba atravezando problemas economicos, todo el dinero que tenia ahorrado dede hace dos años se lo gasto en la academia y en su examen de admision a la universidad San Marcos, Y ahora ya no le quedaba nada de dinero, su familia habia pedido un prestamo para poder pagar los pasados dos meses de academia y el examen de admision, que habia subido su precio por alguna razon que aun no comprendo. Sabía que el Cholo ya no tenia nada, ya no le quedaba nada de dinero, solo le alcanzaba para subsistir en esta jungla, y ahora que no pudo ingresar a la universidad hace unas semanas, y tener una deuda familiar que no podra costear por un buen tiempo, talvez años y años, solo le quedaba tirar la toalla. -Ya no podrá venir Federico, hoy en la madrugada falleció- dijo la señora mientras le brillaban los ojos, quería llorar y déjenme decirles que luego yo también. -¿De que falleció Fede?- interrogue sorprendido. -Se mató con una soga, dijo que no soportaba ser un estorbo para su familia y que por culpa de él ahora ellos tenían que pagar una deuda que excede sus ingresos-. -Mierda- me tira a la reja sorprendido. - Se mató mi hijo, se mató- dijo llorando. La verdad es que el cholo ya no estaba “tan jodido”, estaba muerto. Recordé las últimas palabras que me dijo la madre del Cholo: -Dejó una carta mi hijo, te menciono a ti, dijo que eras uno de las personas que mas lo apoyo, y que siempre te admiro en el poco tiempo que te conocio, tu optimismo, eso lo ayudo mucho al principio, pero no era suficiente para seguir viviendo-... Más temprano que tarde ya había llegado a mi paradero, no había mucha gente, eran las seis o casi siete de la tarde.

Baje del bus y empecé a caminar por el paradero, podía estar jodido, pero siempre con la frente en alto, “derrotado, pero nunca por vencido” dije, o eso intentaba decir. Cabizbajo pasaba por los túneles de la estación, mirando el suelo y jugando con mis pies intentando no pisar las rayas del piso. Estaba regresando del velorio de Federico, era la primera vez que iba a uno de un amigo y no era algo que te aliente para tu semana. Justo cuando estaba a punto de pasar por el último túnel, no tenía luz, los focos estaban apagados, estaba totalmente oscuro, solo se veía una luz al final con un muro y el letrero de a donde ir. Con un poco de pavor segui avanzando, no podía estar parado ahí todo el día, aparte si no pasaba por ese túnel, tenía que darme una vuelta gigante o pasar por el medio de la carretera, que era aún más peligroso por los coches que iban corriendo. Me adentre al ocaso, cada que avanzaba, el piso se desvanecía en la oscuridad, la realidad desaparecía, solo quedaba del mundo una extraña imagen al final del camino. Mis zapatos ya no los veía, ni mis manos, ni mis brazos, había desaparecido. Camine apenas un minuto en la oscuridad, pero parecía una hora, mi mente engañaba mi cuerpo y sentía que no tocaba el piso o que el piso estaba mucho más abajo y mis pies se sorprendían cuando de la nada tocaban el suelo. No había nadie, o eso parecía, solo era yo y la oscuridad, sonidos de mis pasos y gotas de las tuberías rotas. Pequeños desniveles me hacían andar lento para no caerme, paso por paso, gota por gota del tubo roto, sentí que alguien o algo paso alado mio, me roso la mochila, pero no lo vi, esto generó un vértigo terrible en mi cuerpo, y creo que el otro tipo también se asustó porque empeze a escuchar cómo empezó a caminar más rápido. Figuras extrañas formaba mi mente en el vacío oscuro de mi izquierda y derecha ¿Eran personas acaso? Sentí que un dedo me apuntaba, pero no lo veía, solo lo sentía que estaba a pocos centímetros de mi, esa sensación que alguien te mira también la sentí, pero por mas que giraba la cabeza, solo estaban esas extrañas figuras. No me detuve, solo seguí avanzando, por más que intentara ver algo, como dije, era imposible distinguir un león de un bebe en ese abismo. Casi al final, acelere un poco más el paso, “uff, casi me cago en los pantalones”, pensé y doble a la izquierda.

-Dame tu fono conchetumare- Un tipo me jalo y me estampo contra la pared. Por la putamadre otra vez me van a robar ¡Y es mi celular nuevo!. -Dame, tu fono, da me tu fono-escuche sus gritos. Asustado intenté reaccionar, subí la cabeza para intentar ver al agresor, pero tenía una gorra que le cubría gran parte del rostro -Que fue, que fue, que fue- dije sorprendido. -Dame tu fono, huevonaso- me arrinconó. Espera, esa gorra…la conozco, pensé. No, no puede ser el. -No digas ni mierda o te saco la putamadre-dijo gritando el tipo mientras me agarraba contra la pared. Es la misma voz !debe ser el¡ aunque todos los pirañas se parecen... Mierda, mierda, ahora si perdí, mi fono nuevo conchasumare… Saque de mi bolsillo mi móvil y alce el brazo con la mirada. -Dame mierda-dijo el ratero. !Es el¡ putamadre, esa gorra huachafa, esa voz, es el, es el !Es ese huevonaso¡ -Oe ¿Estefano?- dije tentando a mi suerte. -¿Como chucha sabes mi nombre?- me alzó del pecho de mi camisa. -Soy.. Soy-dije tartamudeando- Soy Diego, amigo de Piero, el de GM- dije. -¡Por la putamadre, si eres Dieguito!- grito sorprendido y me soltó. -A los años, mano- dije acomodando mi camisa. -Como has cambiado weon, casi te bajo- dijo riendo. -Si pues, tu también, la última vez que nos vimos fue en la casa del gordo -. -Si, ya hace tres años, como pasa el tiempo carajo-. -Veo que la vida no te ha tratado bien, estas hasta el pincho mano- dije sonriendo. -Si pues, jodido- dijo Estefano suspirando.-Oye perdón, disculpas por el susto es que, pucha, la calle está dura en estos tiempos-. -No te preocupes, aunque casi me das un paro- dije sonriente. Estefano lo conocía desde hace casi cuatro años, era un tipo un poco avezado, “pendejo” como dirían, aunque tranquilo hasta cierto punto, tenía buen porte, pero siempre iba con una gorra que le quedaba hasta el keke, aunque sigue llevando la misma gorra, lo veía más escuálido, demacrado, tiene mi edad claro: diecisiete. Sin embargo parece de veintitantos. Los dientes amarillentos y podridos, bolsas negras en los ojos y una cicatriz en el cachete izquierdo. -¿A dónde vas?- me preguntó. -A mi casa- respondí. -¿No vivías por los Héroes?-preguntó confundido. -Si, hace tres años me mudé por aquí- dije. -Ah chucha, oe ¿me quieres acompañar a almorzar?-me preguntó Estefano. -¿Almorzar en la noche?-dije extrañado. -Si, es que para ahorrar solo como dos veces al día, el desayuno y la cena-dijo. -Firme que estás jodido, hermano- respondí. -Si pues jajaja, aparte para hablar que es de tu vida, antes hablábamos como mierda, hasta que de la nada nos separamos-dijo Estefano. -Ya pues ¿Pero dónde comes?-pregunte. -Como en La Banderita, está cerca, yo te llevo en mi moto-. -Asu ¿Que moto es?-interrogue sorprendido. -Es una mototaxi-dijo sonriente.- Me cachueleo también haciendo carreras-. -Ah chucha, vamos pues- respondí.

Después de diez minutos y casi chocar dos veces, llegamos a La Banderita, el lugar se veía muy rústico: Las paredes se veían más viejas que mi abuela, focos con telarañas y mesas de madera desniveladas estaban en todas partes desorganizadamente. Bullicio, música chicha, risas, cervezas por todos lados, el piso disimulaba estar trapeado, pero en realidad no llegabas a distinguir si era chela o agua sucia. Una señorita muy guapa con dejo de caribeña atendía a unos hombres borrachos y al fondo se podía ver a un hombre gordo brillando por su sudor con dos grandes ollas humeantes. Había una mesa vacía, me dirigí ahí con Estafano y nos sentamos. -Dos sudados y dos pilsen- dijo Estefano a la mesera. Oye ¿qué sabes del gordo?, me preguntó Estefano mientras me devolvía mi celular. Se le murió su viejita, dije. No jodas ¿de verdad?. Si huevon, una pena, iba a ir a su velorio, pero por alguna razón no fui… ¿De qué murió su mamá? interrogó el piraña. De covid, se enfermó toda su familia, la señora solo duró unas dos semanas. ¿No tenía vacunas? interrogó. No pues, fue a principios del dos mil veintiuno. Oe’ pero si nos vimos en diciembre del dos mil veinte en la casa del gordo, esa fue la última vez que hablamos nosotros por cierto, y ahí estaba la señora, se la veía sana. Si, si,si, pero justo dos meses después la señora se enferma y cae, no llegó a ponerse ni la primera dosis de las vacunas. Yara… qué pena, dijo Estefano suspirando. Hablando de vacunas ¿tú te vacunaste? pregunte. Claro, como no me voy a vacunar, tenía que salir a trabajar y necesitaba proteger a mi familia, como me llegan al pincho esos estúpidos anti-vacunas, parecen tarados con su huevada del chip ¿Te acuerdas que se hablaba de eso?. Si conchasumare, dije riendo, esos están locos. Nos interrumpió la caribeña que había traído las dos botellas pilsen con dos vasos, “ahora traigo los sudados” dijo mientras acomodaba la mesa. ¿Y sigue con la misma flaca el gordo? preguntó Estefano sirviendo las cervezas. No, ya no, terminaron hace poco. Está bien carajo, el gordo es buena gente, no merecía una chica así. ¿Así? dije extrañado, pero ella lo apoyó en el tiempo del duelo cuando murió su viejita, más bien, cada que iba con Fideo a la casa del gordo, ahí estaba su flaca, cocinando o acompañándolo, alucina que una vez la vi planchando la ropa del gordo. ¿Habla bien? tan chiquilla y ya era como la esposa del gordo, rio Estefano. Si, bueno, la verdad eso parecía, paraba mas ahí que en su casa, un día habíamos quedado toda la gente en ir a su casa, habíamos comprado trago y comida, llegamos a la puerta de la choza del gordo y le tocamos el timbre, nada, no salía el gordo, le reventamos el fono y nada, así que empezamos a gritar, dos minutos después nos abrió una chica simpaticona y uno de los chinos le dijo que buscábamos al gordo, ella lo llamó y salió agitado, sudando y con un vaso de agua en la mano y nos botó de su casa, porque la chica estaba ahí con el gordo “tenían deberes sagrados que cumplir”. Jajajaja, se rio Estefano, prefirió un polvo que sus amigos. Si, ese tarado, desde ese momento creo que Fideo dejó de hablar con el gordo, creo que se pelearon, pero ¿porque decías eso de la chica?. No es por hablar mal o criticar a la chica, pero ella antes de estar con nuestro causa paraba de sapo en sapo buscando su principito y bueno, sus amigas le hicieron mala fama, con decirte que casi se mete con el desnutrido de Fideo. Cierto me acabo de acordar de algo que me dijo ese tarado de Fideo, dije llevando el vaso con cerveza hacia mi boca, ese huevón me dijo que hace tiempo, cuando seguiamos en secundaria, ella paraba de un lado a otro con el chino. Ah chucha si, ya recordé, paraba con el más chato de los chinos, Joaquin. Si pues, el paraba de huele pedo de la chica, no la soltaba, había perdido la cabeza por ella, estaba enamorado Joaquin, pero parece que Joaquin nunca se animó a decirlo o ella tal vez simplemente lo veía como algo que siempre ya veía, un amigo nada mas. Si recuerdo, le parábamos diciendo al chino que se anime a que le diga algo, pero siempre retrocedía, achicó tanto que hasta su hermano le gano, los vi chapando en el baño. Si, meterte con el hermano de tu casi algo, que roche, sin embargo puede llegar a pasar, pero la historia del chino no termina ahí, en pandemia, la chica ya estaba buen tiempo con el gordo, pero en el año que murió la mamá del gordo, la chica, como te dije, siempre iba, y como sabras el chino y el gordo eran muy buenos amigos, tanto así que hasta el chino iba a su casa, incluso cuando no íbamos nosotros, él iba solamente para ver al “gordo”. ¿Qué? ¿iba de la nada el chino a su casa?. Si, de la nada aparecia afuera de su choza del gordo. ¿Por qué? ¿estaba enamorado del gordo o que le pasaba al chino? preguntó sorprendido Estefano. Es que justo iba cuando la chica estaba, justo esos días, alucina que hasta el gordo salía de su casa a comprar o a jugar fútbol y el gordo le preguntaba al chino si iba a ir a jugar, pero el chino decía “yo me quedo, no te preocupes” cuando la chica estaba ahí metida. ¿Firme o me loqueas? preguntó Estefano riendo. De verdad, no te miento, que harán esos dos tan solos en una casa, no lo sé, pero donde fuego hubo, cenizas quedan. Tu me estas mintiendo, como el gordo va a dejar solo a su flaca en su casa con su ex. Si, pero me consta, me consta que pasaba algo ahi, un día estaba jugando fútbol con Emerson y ahí pasó eso. Hablando de Emerson ¿Que sabes de él? preguntó Estefano recibiendo los platos de sudado caliente que la mesera había traído.

-Oe ese huevón de Emerson no viene, putamadre - dije. -Ese Emerson siempre llega tarde, desde que lo conozco, lo llamamos a las cuatro y viene a las cinco o seis- respondió Fideo. -Oe y porque el chino se demoró tanto si su hermano ya había venido?-pregunté. -Por lo que te conté la otra vez- respondió Fideo en voz baja. -¿La otra vez?-dije extrañado. -De la flaca pe’-dijo Fideo. -Anda huevon ¿Es verdad?-. -Si huevon, firme, mira- me mostró un chat Fideo. -Asu mare ¿Que? ¿El gordo es tan huevón de dejar sola a su flaca en su casa junto al chino sabiendo lo que casi pasa hace tiempo?- agregue muy extrañado. -si huevon, cague de risa- respondió Fideo. -Oe ahi esta el serrano Emerson- agregó Fideo. - Diego- me saludo Emerson. -Habla mano, que es de tu vida ¿que estás haciendo?-pregunté. -Acabo de venir de chambear- dijo Emerson. Para ese momento aun no sabia que Emerson había dejado la universidad, Serrano (como le decimos) luego de diez meses se dio cuenta que ingeniería no era lo suyo, le gustaba más las letras y quería estudiar algo de comunicaciones, pero fue difícil, decirle a tus padres que vas a dejar de estudiar luego de pagar cada mes algo de ochocientos soles (tal vez mucho más) es bastante incomodo, muy incomodo e irresponsable. Fideo luego me dijo de que el papá de Emerson quería que su hijo trabaje para que le devolviera el dinero que había gastado en aquella universidad y luego también estudiará lo que él quería para que no ande de vago. -¿En qué estás trabajando?- preguntó Fideo. -En un teatro, cholo- respondio Emerson. -¿Firme? Asu que chevere-dijo Fideo, desde que Fideo había empezado a estudiar audiovisuales, le había interesado el tema de los teatros o escenarios, decía que “es un arte manejar todo eso, si quieres dar una buena experiencia al espectador, necesitas mucha maña”, - ¿Y que manejos haces en el teatro? ¿Tiene la orchesta junta o separado como el romano?- interrogó muy entusiasmado y curioso Fideo. -No, huevón- dio una risa incómoda Emerson -Recién lo están haciendo, lo estamos construyendo con mi gente-agregó Emerson. “ah chucha está trabajando en el teatro, pero como obrero conchadesumadre”: Se cago de risa por dentro Fideo. Por dentro yo también me cague de risa, carajo, este huevón debió pensar bien su carrera antes de meterse, pero por lo menos está trabajando honradamente rompiéndose el lomo. Volvimos a reanudar el partido, éramos bastante gente. “Deberías ir, Estefano” dije. Si, si, ustedes no avisan tampoco ¿qué días juegan?. Los domingos jugamos a eso de las cinco o seis de la tarde, mientras más gente, mejor. Perdimos la noción del tiempo, no sabía si había oscurecido hace una hora o ya hace tres, pero el sudor y las ganas de remontar el partido me dominaban, no soy tan bueno jugando la verdad, un “poco” cojo y prefiero jugar de defensa por lo que soy chueco y cardiaco. Sin embargo me gusta jugar, es bastante ameno desestresarse golpeando una pelota. Ya era momento de regresar, los más chiquillos ya se habían ido y la calle no se veía tan amigable por uno que otro fumon que pasaba, me quise ir en ese momento, pero me tenia que regresar solo y regresar solo por estas calles no se veía tan buena idea -Yo te acompaño cuando terminemos- me dijo Fideo. Pasó una hora o tal vez dos y antes de acabar el partido vino un tipo de casaca negra, que apenas conseguía caminar derecho, al lado de una chica, de ropas muy cortas y azules, se dirigieron hacia un mueble lleno de tierra y mugre que casualmente antes estaba casi en medio de la cancha, pero lo habíamos movido a una esquina para que no estorbara junto al arco para empezar a jugar. La pareja risueña llegó al mueble y se echó uno encima del otro para empezar a quitarse la ropa, bueno, solo el tipo se quitó la ropa, la chica solo se bajó un poco el short jean que tenía. El hombre se echó encima de ella y metió su miembro en los genitales de la chica, empezaron a gemir y a coger a la vista de todos y no intentaban disimular, para rematar, eran bastante alborotados, el arquero que estaba cerca al mueble, salió del arco avergonzado y se fue más arriba de la cancha por los ruidos que hacia la veraniega pareja de juguetones, lo sorprendente para mí, era que el chico, sin paltas, podía herectar su miembro sabiendo que casi veinte personas lo veían, era verdaderamente prodigioso el tipo, nunca me había imaginado ver esto en un tranquilo partido de fútbol. -¿Quién es ese pata?- le pregunté a Emerson. -Ese es Kriko, es un drogo que siempre viene a meterse sus huevadas-respondió. -Ah chucha-dije. La chica se levantó y apoyó sus manos sobre la parte más alta del mueble, Kriko volvió a ella y se escuchó un grito “Ay, te dije que por atrás no, lindo”. Siguieron follando, sudando y gimiendo entre la tierra y el fútbol. -Lo vi, fumar todo lo que se puede fumar, aspirar como maldito, inyectarse como enfermo, pero nunca coger…- dijo Emerson. -¿Cuántos años tiene Krico?-interroge. -Tiene veinte- respondió.

¡Ahhh ese Kriko! gritó exaltado Estefano, si lo recuerdo, estuvo conmigo en el cole, ese conchesumare era la cagada. No sabia que lo conocías, dije. Como no, de tiempo lo conozco, él más bien me ayudó a conseguir chamba el año pasado, por octubre, en la universidad San Marcos. ¿San Marcos? dije extrañado.

Oiga Kriko, saludó Estefano entusiasmado. Era una mañana tranquila, tal vez un domingo, no había muchos carros y el sonido de los claxons era casi inexistente. Causa, a los años, respondió Kriko abrazandolo con un pucho en la mano. Kriko, que tal vez no se había bañado hace tres semanas vio muy feliz a Estefano, no se veían desde tercero de secundaria (antes de la pandemia), hace casi cinco años. Veo que estas en las ultimas, cholo, dijo Estefano a su antiguo compañero de carpeta. Si, está difícil la cosa… ¿Y tú? ¿Qué es de tu vida?. Jodido, dijo Estefano riendo. Fueron a almorzar en La Banderita y al llegar hablaron de la vida, que tan bonita no era; del tiempo, que cada vez corría más y especialmente del dinero, que ninguno de los dos tenía, los dos muchachos habían corrido la misma suerte: Sus padres, que eran los únicos que paraban la olla de su casa, ya no tenían vida, se los había llevado el covid y el minutero. Tenían que dar de comer a sus madres y a sus hermanos menores, ellos eran los mayores, tenían que ayudar a sostener la casa, aunque tengan dieciocho o diecisiete. -Oye, tengo un trabajo ¿Me quieres ayudar?- interrogó Kriko. -¿A cual?- preguntó Estefano. -Hace tiempo vino un señor…-.

-Kriko, dicen que pintas casas- dijo el señor bigoton de terno y corbata mirándolo a través de sus lentes negros Ray-Ban. -Si, así es mister, eso hago, eso hago- respondió Kriko tembloroso. -También tengo mi propia carpintería- agregó Kriko en forma de burla y el señor bigote río. El bigoton había llegado en una camioneta negra a La Banderita, un hombre de negro lo esperaba en el asiento de piloto y el otro tipo que era grande, tenía una vestimenta de color negro y una corbata color vino, estaban afuera del local, vigilandolos desde la comodidad de su auto polarizado. “¿ son sus guardaespaldas? ¿Este tipo porque me busca a mi?” pensó Kriko. -Tu tío el búfalo ¿Sabes que él fue uno de los búfalos, cierto? -Si, claro-respondió Kriko afirmativamente, aunque la verdad, no tenía ni puta idea que era un búfalo. -De jóvenes éramos… muy cercanos-dijo el bigotón con una sonrisa hipócrita.

¿Molotovs? interrogó Regino. Listas, respondió el búfalo Ríos. ¿Petardos y mamaratas? volvió a interrogar. Listas, afirmó el en ese entonces joven tio Ríos. Años 70’, eran tiempos violentos para el Perú y para Lima, grupos militantes de terroristas como Sendero Luminoso, estaban muy presentes en Ayacucho y en algunas otras provincias, muertes desenfrenadas en pueblos inocentes por partes de los rojos y asesinatos negligentes por parte de los militares era algo común por esos tiempos, aunque en Lima no se vivía esta especie de “guerrilla” (aun…), había otros muchos peligros causados por la política. ¿traes las cachiporras? preguntó Ríos. Si, aquí tengo una para cada uno. Estaban sentados en un volkswagen rojo (de esos que parecen escarabajos) a una cuadra de la universidad Garcilaso de la Vega. Mira chibolo, exclamó Regino, nosotros solo tenemos una tarea: explotar el ánfora. Se estaban haciendo unas elecciones estudiantiles en esa universidad, las cuales habían ganado grupos de Patria Roja, esto no lo podía permitir el APRA. Va ser bastante sencillo, decía Regino sonriente, aparte de toda la manada de la bufalería de Lima, junto a brigadistas de la Villarreal y de la universidad del Callao que irán a hacer escándalo, nos van a cubrir cinco grupos de élite de la juventud aprista peruana con revólveres, así que tranquilo no mas. Esperaron un cuarto de hora hasta que de una de las esquinas salieron unos jóvenes armados con la cara tapada y otros con pasamontañas llendo hacia el volkswagen, luego empezó a salir por todos lados un mar de gente, Ríos no los pudo contar ¿cien? No, eran más. Toda esta gente empezó a disparar hacia la universidad y tirar rocones, los transeúntes empezaron a gritar y correr despavoridos, ahí es donde Regino y el joven tío Ríos salieron del auto con las molotov y los petardos para reunirse con el grupo de cara tapada. Apristas de mierda, gritó un maoísta (Patria roja). El grupo de élite entró a la universidad a punta de cachiporras a los de seguridad, mientras tanto universitarios salían por la ventana para tirar cuadernos, mochilas y otros aventajados empezaron a disparar hacia la muchedumbre, los apristas no se quedaron atrás, el grupo de bombarderos, entre ellos Ríos, empezó a tirar mamaratas y petardos hacia las ventanas. PUM PUM PUM, parecía un combate digno de una guerra. Regino llegó a la ánfora, pero un grupo de Patria roja la estaba resguardando a palazos, habían rodeado a Regino, lo estaban masacrando. Aprista de mierda, vas a morir en el infierno conchetumare, gritó un joven bigotón. Los disparos se acercaron a la ánfora, llego Ríos y el grupo de élite y empezó a repartir balazos y palazos, los maoístas solo corrieron, uno de ellos, el bigotón, se callo, pero se levantó y siguió corriendo, sin embargo más lento, ¡búfalos de mierda! ¡búfalos de mierda! decía a todo pulmón mientras corría, Ríos prendió rápido la molotov junto a un tipo y las tiraron hacia la sala de la ánfora, quemándolo todo. Rios pudo ver cómo se llevaba uno de los búfalos de villarreal a Regino para darle asistencia médica, estaba agonizante y lleno de sangre. Esto lo llenó de odio, quería buscar al que le había hecho esto a su compañero, así que corrió siguiendo los gritos maldicientes del tipo de hace un rato. Corrió por casi un minuto, la universidad no era tan grande y fue fácil hallarlo -Rojo de mierda- gritó con un palo en su mano, lo lanzó con fuerza y le callo a la cabeza del joven, el extraño cayó al piso y Ríos se acercó a él y empezó a golpear la cabeza del chico contra el piso. -Hijo de perra, maldito bastardo, te jodiste hijo de puta- gritaba mientras estampaba el rostro hacia la baldosa. Lo volteo y vio su rostro, su nariz, roja como una manzana, sangraba y se combinaba con su baba. -Rios… Chiclayo…- se escuchó una voz salir a través de esos labios rotos. ¡Chato de mierda, si eres tu, mi paisano! grito emocionado y a la vez confundido Ríos. ¿Y ahora como chucha te saco de aquí? se preguntó a sí mismo Rios.

El bigotón, ahora añejo, terminó de explicar el trabajo y la propuesta, le entregó el folder con la información de un joven de rasgos andinos. Se paró de la mesa, se arregló el saco y se fue. Iba haber una muy buena paga, algo de tres mil cada uno, me dijo Estefano. Kriko aceptó y se retiraron con una sonrisa. El bigotón regresó a su camioneta y hablando con su chofer dijo: No confío en él, me da mala espina, mira como anda, como pordiosero, decía mientras miraba a Kriko a través de las lunas, es un fumeque adicto a la droga ¿como se puede confiar en el? Tranquilo jefe, si se lo recomendó el búfalo, hay que confiar no más. Si, tienes razon, si no cumple o hace algo mal, solo seria llamar al búfalo a que lo enfrie y se acabo el problema.

-Dime pues que paso, putamadre, das mucha vuelta cholo- dije riendo. -Jajaja, yayaya- respondió Estefano. Domingo veintitrés de octubre, siete de la mañana en punto. -¿Listo el fierro?- preguntó Kriko. -Listo, huevón, déjame bajar al lado del parque- respondió Estefano. Estaban frente a la universidad San Marcos, era la fecha del examen de admision del area de salud, era uno, que fácilmente entraba en el top tres de los exámenes de admisión más difícil que tiene el Perú para ese rubro de salud. Era una completa incoherencia que tomando en consideración toda la importancia y seriedad que tenía este examen, también parecía una fiesta con doscientas personas en la calle aparte de los niños, niñas y ancianos junto a la bulla de las canciones. Había publicidad en todas partes, y en aún más partes canciones con publicidad, anticucherias y vendedores ambulantes que estaban rayando con las ventas de Dios sabe qué y al lado de los vendedores de libros habían muchos inflables, bailarines y bailarinas haciendo su trabajo con canciones que se combinaban con las canciones del otro extremo de la cuadra y no llegas a escuchar muy bien si era un perreo de bad bunny o esas canciones de ascensor que ponen en publicidades. Gritos, festejos, hasta una academia pre universitaria había traído una banda como publicidad. También se encontraban puestos de otras universidades privadas baratas, esos hijos de perra traían ofertas para los alumnos que iban a dar examen, por si no consiguen ingresar tenían descuento en la matrícula. Entre el bullicio, los compañeros de pupitre y ahora de trabajos sucios habían conseguido ver a su objetivo: Era un gordito humilde, todo hasta las huevas. -¿Estás seguro que es él?-preguntó Estefano. -Si, si- respondió Kriko. Estefano bajó de la moto lineal con una mano en el bolsillo, en ella llevaba el arma, y camino hacia el gordito. A pocos metros de él, espero a que esté de espaldas para que no pueda ver su rostro. Estefano miró a sus lados: Nadie cerca a la izquierda, menos a la derecha, bingo, dijo entusiasmado Estefano. - No te muevas ni grites, gordo hijo de perra- dijo Estefano mientras hacía sentir su pistola en la espalda del chico. El chico se quedo inmovil, pero temblando. -Si te echas a correr o hacer alguna huevada no haré escándalo en perseguirte, tus viejos ya están marcados, de frente iré a esos imbéciles y les baciare todo el plomo en sus cacharros de cholos- Agregó Estefano. -Pero no tengo plata, nada, he venido de Apurímac, no tengo nada !Nada¡- dijo el chico, parecía que iba a llorar. -Ya lo se mierda, solo toma este celular y mételo al examen- agregó Estefano mientras le daba el dispositivo, era uno pequeño, de esos smartphones antiguos que a cada rato se trabajan. -No puedo meter eso, me van a extirpar, me llevaran a la cárcel si me encuentran eso en el examen-. -Ya lo sé, gordo maricon, solo hazlo-. -Pero si me encuentran el celular me van a sacar a patadas y luego me pueden llevar hasta a la cárcel- volvió a decir el gordito apenado. -Solo hazlo, mierda, o te disparo ahorita no más, hijo de puta-. El chico agarró el celular y se lo guardó en su calzoncillo. -Bien echo, mierda, cuando empieze el examen prendes el fono y envia fotos de las hojas al unico contacto que tiene en WhatsApp ¿No me digas que no sabes que es WhatsApp cholo tarado?-. -Si se, si se-. -Ahora vete y no hagas ninguna huevada o ya sabes lo que le va a pasar a tu vieja conchetumare-. El chico, que de los nervios apenas podía caminar se fue de ahí hacia la puerta donde iba a dar su examen, entró y el trabajo estaba hecho. El sencillo para el mes y un almuerzo en La Banderita estaba hecho, en menos de treinta minutos.

Tres mil soles ganados solo por asustar a un triste huevón, dijo Estefano riendo. Mierda, respondí con la mirada perdida. ¿Un trabajo de mierda no ? rio Estefano. Prende mierda, prende, pensó el gordito. Llevaba un cuarto de hora desde que comenzó el examen, no le habían detectado nada, y el cuidador de aula se había retirado, era el momento perfecto para sacar el dispositivo. El cholo, nervioso, ebrio de sudor, se habia ahogado en su vertigo ¿Que pasara? ¿Me botaran?¿Mi padrecitos?¿les harán algo?. el chico de apurímac acababa de terminar de tomar foto a casi todas las preguntas, se sacó el zapato, tiró el móvil a la suela y. Alto ahí, no te muevas mesa 05. El cuidador de aula había vuelto junto a dos tipos más con chalecos de la policía. ¿Nombre? preguntó el policía más panchón, es el alumno Federico Cutipa, respondió el profesor. Los tres hombres lo agarraron y lo llevaron al baño. Quítate la ropa carajo, dijo uno de los policías. Yo tenia un amigo que le deciamos el cholo, dije tomando un gran trago del vaso de cerveza. Ese dia, el chico gordito, de sonrisa familiar para cualquier peruano, se desnudo ¡Ahí estaba el celular! gritó el profesor. Vamos a la comisaría carajo, gritó el panzón. Hoy nos dan nuestra comisión, ya tengo para el mes, dijo el policía más canoso. Hoy a ganado la justicia, hoy el honor de la universidad se ha reivindicado, al atrapar a uno de estos delincuentes, hoy la universidad San Marcos no a dejado que se manche su autoridad como universidad, se ha intervenido a un joven, sin valores, sin metas, con las efímeras agallas asquerosas de robar injustamente haciendo trampa una vacante a un alumno, que si a estudiado, que si a trabajado, que si se a quemado las pestañas, estas cosas no la podemos permitir en la decana de américa. El hombre de bigote, proclamando su discurso, tenía el pecho en alto frente a cámaras, su vozarrón de borracho volvía sus palabras más imponentes, más de señor maduro. Esto se tiene que castigar y no tiene que volver a pasar, gritó en su última frase. El cholo era también de Apurímac, dije rellenando la cerveza. Media vuelta y para al fondo, el bigotón fue a su despacho, un grupo de hombres lo esperaban, le estrecharon la mano. Ahora si, ya no tendremos más competencia, esos imbéciles se van a creer el cuento por un buen tiempo, carajo, río uno de los hombres. El bigotón sacó un cigarrillo, y atra vez de sus lentes negros, veia a la universidad bajo sus hombros. ¿Hacemos la denuncia? preguntó uno de los señores. No, hay que molestarlo un poco más y hacer política con ese triste huevón, no hay que joderle tanto y listo, que se vaya a su tierra. Falleció hoy, se suicidó luego de su examen, luego del escándalo al que lo metieron después de su examen, dije mirando a Estefano, tomando otro vaso.