Diógenes el perro

Diógenes el perro Esta es una mini adaptación del relato de diógenes el perro y Alejandro Magno

Era una mañana tranquila, una mañana de verano, niños corriendo por el césped del parque y señores caminando por la acera de la plaza. Yo había sacado a pasear a mi perro (Duque), como la mayoría de veces lo solté en el césped y me senté en un muro.

Luego de unos minutos a lo lejos un anciano venía corriendo con una linterna prendida apuntando a la nada como si estuviera buscando algo, ese anciano parecía ser un vagabundo. con una rama como bastón, pantalón rasgado y un polo roto, me pareció curioso ya que este señor aunque tenía su ropa rota se veía “limpia”. El vagabundo empezó a apuntar a la cara de las personas con su linterna que tenía en la mano, la gente que pasaba por ahí se empezaron a incomodar y lo empezaron a ver con mala cara, el señor no hacía mucho caso a la cara de los demás y siguió buscando lo que estaba buscando.

hasta que a una de las personas que le estaba apuntando le preguntó:

-Señor, disculpe ¿qué hace con una linterna encendida a plena luz del día?- preguntó el joven.

-No no no, es que estoy buscando un hombre, un ser humano que valga la pena- le respondió el vagabundo preocupado.

El joven incómodo se alejó de él con un paso rápido.

-JAAAA- empezó a reír irónicamente.

Yo me reí un poco de lo que había escuchado y a la vez me pareció curioso lo que estaba tratando de decir.

Después se acercó a una especie de fuente que había en la plaza, sacó una botella de una alforja que llevaba a su espalda y empezó a llenar el recipiente con la agua de la fuente.

Segundos después Duque también se acercó a la fuente, había corrido bastante y parece que estaba sediento así que empezó a tomar agua de ahi.

El señor alzó la mirada, miró a Duque y sorprendido tiró su botella al piso.

-Este ser me a enseñado verdadera humildad, no necesito más que mis manos para tomar agua ¿Porque querer más?- gritó el anciano.

Al escuchar eso volteé mi cuerpo. Ya este anciano se había llevado toda mi atención, siguió gritando cosas raras hasta que una joven con ropa elegante y artes costos paso hablando por teléfono frente a el, esta jovencita dijo que pasaba problemas de dinero a lo que el anciano se acercó, se puso al frente de ella y le dijo:

-Los dioses han otorgado a los hombres una vida fácil, pero éstos lo han olvidado por ir en busca de exquisiteces-

La chica no le hizo mucho caso ya que se encontraba asustada y caminó muy rápido, casi corriendo.

Diogenes viendo su fracaso para que la chica lo escuchara se sentó en el piso y alzó su cabeza como si estuviera tomando sol con su brazo encima de ella.

Pocos rayos del sol disfruto el anciano ya que un señor de traje se puso al frente de él. El anciano apartó la mano que se encontraba entre su rostro y el señor en traje se lo quedó mirando, el señor elegante se dio cuenta que debía comenzar la conversación y pronunció:

-Mi nombre es Alejandro “El grande”, uno de los mayores empresarios si no que el mayor del Perú-.

Parece ser que este señor se hacía llamar así mismo como el reconocido Alejandro Magno.

-Y yo Diogenes.- Cuando dijo eso volteo su rostro hacia donde estaba Duque y agregó- “El perro”-.

-Acaso no sabes quien soy yo ¿No me temes?- preguntó Alejandro molesto.

-No lo sé, eso depende. ¿Eres una buena o mala persona?- Agrego Diógenes con curiosidad.

-Me considero una buena persona- Respondió Alejandro.

-Entonces, ¿por qué habría de temerte?- Dijo con una sonrisa de lado a lado.

-Eh oido de ti Diógenes-

-¿Qué has oído de mí?- preguntó Diogenes.

-Hay quienes te llaman loco y otros que te llaman sabio, me place que sepas que… soy del segundo grupo- Dijo Alejandro.

-Hmm-

-Aunque no comprenda del todo tu actitud hacia la vida, tu rechazo del hombre virtuoso, del hombre político, tengo que confesar que tu discurso me fascina-

El anciano Diogenes no parecía hacerle mucho caso al señor Alejandro, seguía jugando con su brazo intentando buscar los rayos del sol que estaban en el contorno del señor. Cuando su mano entró en contacto con el cálido fluir se quedó mirándola encantado.

-Ahh- suspiro Diógenes.

-Señor Diógenes, quiero mostrarte mi admiración- Agregó Alejandro viendo la indiferencia de Diogenes.

-¿Ah?- Dijo confundido.

-Pídeme lo que tu quieras, puedo darte lo que más desees, incluso cosas que los hombres más ricos de Perú no tienen -Dijo Alejandro.

-Por supuesto, no seré yo quien te impida demostrar tu afecto hacia mi, quiero pedirte que te apartes del sol, que sus rayos me toquen. Es ahora mismo mi más grande deseo, no tengo otra necesidad y también es cierto que solo tú puedes darme esa satisfacción- Hablo Diogenes.

Quedé sorprendido, me quedé mirando a Alejandro, vi que sonrió y dijo “Si no fuera Alejandro me hubiera gustado ser Diogenes” y se retiro.

Vi que era mucho lo de hoy, me acerque a Duque para ponerle su cadena y poder irnos, en el transcurso Diogenes me vio y me pregunto si era dueño del perro, le dije que si, sonrio y miro al perro y dijo:

-Cuando observo a los pilotos, médicos y filósofos, debo admitir que el hombre es el animal más inteligente; pero cuando veo a los codiciosos de fama y dinero, pienso que no hay ser vivo más necio que el hombre-.

-Muchas gracias por las palabras señor Diógenes- Dije.

-De nada chico, ahh y no te cases, mira como acabe-.